jueves, 4 de agosto de 2011

Mi hermana Sarah

Hola, me llamo Núria.

Hace tres meses perdí a mi hermana pequeña Sarah en un accidente de coche, desde entonces cada día recordaba su precioso pelo negro como el azabache, largo y liso, sus ojos azul cielo y su sonrisa. Hace tiempo que no lo hago, cada mañana voy a su tumba a llevarle un ramo de rosas y pedirle que regrese a mi lado.
Hace dos días me quedé sola en casa, eran las doce de la noche cuando llamaron a la puerta. No esperaba ninguna visita, pero aún así fui a ver quien era. Abrí la puerta y casi me muero de la impresión. Allí, parada frente a mi estaba mi hermana Sarah, demacrada y blanca, pero viva al fin y al cabo. Mis plegarias habían sido respondidas, mi hermana volvía a estar a mi lado al fin. Con los ojos llenos de lágrimas me lancé a abrazarla, desesperada. Con un gesto de la mano me paró en seco.

-No se te ocurra tocarme, no me preguntes nada. He vuelto porque me lo has pedido, ahora deberás seguir mis reglas.

Me resultó extraño, pero dado que había conseguido que Sarah regresara nada importaba. Entró en casa y se sentó en su sillón favorito.

-Tráeme una bola de lana y unas agujas de hacer punto.- Ordenó.

Se las di y ella empezó a tejer, al principio lentamente y después de forma más frenética. Con autentico pánico vi como empezaban a despendérsele trozos e piel de la cara, pedazos de carne de su pálida mejilla.

Así contemplé durante horas ella tejiendo y yo observando como lo hacía mientras se consumía. Al fin, harta de ver aquella macabra escena y con los nervios crispados por el sonido de las agujas al tejer que era lo único que se había oído desde que llegó, a parte del tick-tack del reloj, me lancé sobre ella para quitarle las agujas de las manos....

A las nueve de la mañana entró en casa la señora de la limpieza, sé que nunca olvidará lo que vio aquel día con total certeza. En el suelo, en medio de un enorme charco de sangre estaba mi cuerpo, con el cuello atravesado por dos agujas de tejer, y en el sillón el cadáver putrefacto de mi hermana Sarah, sentado con lo que parecía ser una manta de lana llena de sangre.

Muchas personas pensaron que no había aguantado el dolor de perderla y que, después de desenterrarla, me había suicidado para poder estar con ella para siempre.

Ahora sabéis lo que pasó.

Núria.

La chica de la curva

Cuentan que esto sucedió en una noche de niebla espesa, en las curvas de Garraf (una sucesión de curvas cerradas y muy peligrosas), cuando aún no existía la autopista que atraviesa las entrañas de la montaña.

Era una noche cerrada, la lluvia y la espesa niebla impedían la visibilidad, haciendo que la carretera tuviera un manto de blanca bruma sobre el asfalto, impidiendo ver a más de 5 metros del coche.


Un hombre iba conduciendo su coche por las curvas, deseoso de llegar a casa y reencontrarse con su familia después de un largo día de trabajo.

Antes de coger una de las curvas vio a una joven autoestopista, una chica rubia, pálida y demacrada, con un largo vestido blanco manchado de barro y desgarrado, mojada por la lluvia. Al verla así, frenó y se ofreció a llevarla al pueblo más cercano donde podría asearse y llamar a quien pudiera llevarla a casa. La chica se negó a subir en el asiento del copiloto, sentándose en uno de los asientos traseros

Durante el trayecto fueron hablando de trivialidades, cuando, poco antes de unas curvas la joven le advirtió que debía reducir la velocidad hasta ir a paso de peatón. El hombre, desconcertado, pregunta por qué debería reducirla tanto.

-Porque hace años, en una noche como esta, al coger esa curva me maté yo.

El hombre, totalmente asustado se giró para mirarla pero ya no está, en el lugar donde ella había estado se encontró con el asiento mojado por sus ropas y el suelo del coche manchado de barro.

A la mañana siguiente llamaron a su esposa para que identificara el cadáver de un hombre que se había estrellado esa noche en una de las curvas de Garraf. Su marido.

Cuentan que en las noches de lluvia la chica se aparece para advertir a los conductores y prevenir accidentes,  y quien comete el error de asustarse y no obedecer, muere en un trágico accidente de coche.

Fred y su hermana.

Esta historia me la contó mi amigo Fred, cual es cierta ya que la sufrió en sus propias carnes.

Mi amigo Fred tenía una hermana, Silvia, eran uña y carne. Desde pequeños dormían juntos, ya que ambos tenían miedo a la oscuridad, y durmiendo juntos se sentían más seguros. Cuando crecieron y cumplieron ella 19 años y él 17 continuaban compartiendo cama, no por temor sino por costumbre.

Un viernes por la noche Silvia salió con su novio, Álex, a tomar unas copas y bailar a la discoteca del centro donde solían ir cada viernes. Cuando Álex llegó Silvia salió corriendo a saludarle, se montó en su moto y, juntos, se fueron a divertirse.

Fred se quedó en su habitación terminando un trabajo de filosofía para no tener que preocuparse en todo el fin de semana. Alrededor de las tres y cinco de la mañana escuchó a su madre levantarse e ir a la habitación.

-Freddy, ¿ha llegado ya tu hermana? Esta niña... ¡cada día vuelve más tarde! Freddy,  ¿crees que le puede haber pasado algo?

-Mamá, siempre estás igual, todos los viernes montas el mismo número. Tranquila, seguro que se han entretenido o está divirtiéndose tanto que ni siquiera sabrá que hora es. Cómprale un reloj, así seguro que no tendrá excusa.- Contestó Fred.

Su madre se quedó más tranquila al escuchar eso, sonrió y se fue a dormir.

A las cuatro y diez, con el trabajo ya terminado, Fred se dispuso a acostarse. Tardó en dormirse, pero cuando estaba quedándose dormido algo le despertó. Miró hacia la puerta de su habitación y, pese a la oscuridad, pudo distinguir claramente la silueta de su hermana.

-Vaya, por fin. Mamá estaba muy preocupada por ti.- Le dijo.

Su hermana, sin contestar, se metió directamente en la cama a su lado. Con lo cansado que estaba Fred no tardó ni un minuto en quedarse profundamente dormido, pero antes de dormirse miró el reloj, eran las cuatro y veintisiete de la mañana.

Al despertarse por la mañana estaba solo en la cama y, pensando que su hermana se habría levantado antes que él, bajó sonriendo hacia el salón. Al llegar vio a sus padres sentados en el sofá abrazados y llorando.

-¿Qué ocurre?- Preguntó desconcertado.

-¿Que qué ocurre? Hijo mio anoche mientras dormíamos Silvia y Álex tuvieron un accidente de moto, y fallecieron en el acto a las cuatro y veintisiete de la mañana.- Contestó su madre.

No podía creerlo, él la había visto, a esa misma hora entrando en la habitación y metiéndose en la cama con él. ¿Quién si no podría haber sido?

Se que Fred está destrozado aún por la muerte de su hermana, pero lo pasa aún peor cuando, cada viernes, su hermana Silvia se mete en su cama a dormir a las cuatro y veintisiete de la mañana.

La Ouija

Era noche cerrada y, estúpida de mi, no tenía otra cosa que hacer que ir con mis amigos a una casa abandonada.


Me llamo Susan y vivo en un pequeño pueblo apartado de la civilización. Esta noche hemos salido solo, para hacer la ouija y conocer a la mujer que vivió en esa casa hace muchos años y que, según dicen, llevaba ahí a los niños que secuestraba para asesinarlos.

Como iba diciendo, era noche cerrada y no estaba tranquila con lo que íbamos a hacer. Al entrar en la casa me sentí mas intranquila todavía, todo ese polvo, las telarañas. Colocamos la mesa de modo que pudiéramos sentarnos todos a su alrededor.

-Dicen que si la llamas te mata.- Comentó Iris.

-Deja el tema, ya tenemos bastante asustada a Susan.

Los ojos de Seth estaban posados sobre mi y me miraba casi con lástima. Eso me molestó y no poco, así que  me puse recta, levanté la barbilla orgullosa y saqué las velas de mi bolso.

Una vez colocados empezamos a llamarla, al principio nada pero luego el puntero de la ouija empezó a moverse.
"Q U I E N  M E  P E R T U R B A"

Y así empezó la sesión, la tensión y la certeza de que algo iba a ocurrir me llenaban el corazón y solo quería irme a casa. Pero entonces André empezó a reírse, primero por lo bajo y, luego fueron carcajadas que podrían haberse oído desde fuera de la casa como estando a su lado.

-No te rias, la vas a hacer enfadar.- Le regañé.

-Venga, está claro que lo está moviendo alguno vosotros. Simplemente me río de las caras de panolis que teneis.

-André, ninguno estamos moviendo nada.

Entonces el puntero volvió a moverse y todos, excepto André que seguía riéndose como del mejor chiste del mundo.

"M U E R T E"

Todos nos giramos hacia André para hacer que parara. De pronto una brisa empezó a soplar y, antes de que ninguno pudiéramos hacer nada, una cuerda que había estado al lado de la chimenea se alzó en el aire y en menos de 5 segundos colgó a André de una viga del techo partiendole el cuello en el acto.

Mientras los demás intentaban bajar el cadáver de André observé horrorizada el tablero, donde el puntero seguía moviéndose solo.
" S E R E I S  L O S  S I G U I E N T E S"

El garfio

Un chico tenía una cita con una chica realmente preciosa y pasó toda la noche sin otra idea que llevársela a las afueras, aparcar el coche y "pasarlo bien".
Al final de la noche la lleva a un descampado, aparca, apaga las luces, pone en la radio una música agradable; ya la tiene en el bote cuando, de repente, interrumpen la música para dar un boletín informativo que viene a decir que un maníaco sexual acaba de escaparse de un manicomio estatal y uno de sus rasgos más característicos es que tiene un garfio en lugar de una de las manos, la chica al principio se pone muy nerviosa, porque está convencida deque el sujeto en cuestión va a aparecer e intentará entrar en el coche.
El chico cierra las puertas y le dice que no pasa nada, pero ella le dice que puede romper el cristal con el garfio, se pone incluso a llorar del miedo. Total que el chico al final accede a llevarla a casa, pero está muy furioso porque, claramente, él tenía otros planes para la chica, pero pone en marcha el coche y sale de allí a toda velocidad.
Llegan a casa de ella y él está muy, muy enfadado, así que no piensa salir del coche para abrirle la puerta, ella sale por su lado y cuando se vueklve para despedirse ve que hay un garfio colgando de la puerta.

miércoles, 3 de agosto de 2011

La mano lamida

Había una chica que tenía un perro que siempre dormía debajo de su cama. Cuando se sentía insegura o tenía miedo, dejaba caer la mano, el perro se la lamía y ella se sentía más tranquila.
Una noche la chica se quedó sola en casa, era tarde y estaba en la cama medio dormida. Oyó un ruido, como de un perro jadeando. Como de costumbre, dejó caer su mano y el perro la lamió, tranquilizandola. Más tarde le despertó un ruido "plic, plic, plic...", un grifo abierto. Se levantó, y localizó el goteo en el baño. Miró la pila y resultó que estaba totalmente seca, se lavó la cara y se aseguró de haber cerrado bien el grifo.
Al levantar la vista vió con horror un mensaje escrito con sangre en el espejo.
"Los humanos también sabemos lamer."
Aterrorizada, retrocedió, tropezó con la cortina de la bañera y notó que había algo dentro de ella. Se giró, cogió el secador que colgaba de una percha dispuesta a usarlo de arma. Descorrió la cortina y vió a su perro colgado con la lengua fuera, muerto. En la base de la bañera había un reguero de sangre hasta el desagüe y, de la misma lengua del perro, aún goteaba la sangre "plic, plic, plic..."